Page 126 - Bunnysigue :::: Carolina Sol Rodriguez
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        su crítica a las cosas o su aprecio por las que no necesitaban críti-
        ca. Siempre asistida por una gran inclinación a compartir su mun-
        do, hacía pública buena parte de su vida, con un contento y op-
        timismo que se veía reflejado en la participación que los demás
        tenían en sus novedades. Siempre articulando nuevos encuen-
        tros, nuevas ideas, con una contagiosa esperanza por el porvenir,
        estar alrededor de ella transmitía una sensación de inexplicable
        tranquilidad y confianza, mediante la cual uno podía decir prácti-
        camente cualquier cosa que le pasara, y obtener de ella una res-
        puesta tendiente a lo mejor para uno.

        Y si uno no tenía qué decir, entonces ella era la que proponía. Y
        cosas para proponer tenía siempre, hablar de tal tema o de otro,
        jugar a tal cosa, visitar tal lugar, era hermosamente interminable
        porque daba la sensación de que la diversión, el compartir mo-
        mentos y disfrutar de las cosas no tenía ni principio ni final. Caro-
        lina había venido al mundo a compartir una forma de pensar, una
        sin miedo, simple y poderosa, y llena de amor y entusiasmo. no le
        gustaban las cosas emocionalmente complejas, creía que los sen-
        timientos debían ser claros, honestos y bien llevados a cabo, sin
        rencores. En otras palabras, sabía que la vida era muy linda como
        para desperdiciarla en problemas sin sentido práctico, o en mie-
        dos, o restricciones primitivas. Creía en el lanzarse a vivir y hacer
        lo que uno quisiera de corazón, respetando siempre, claro está,
        la integridad de los demás. Era agradecida, y recibía cada día con
        el orgullo y alegría de quien vive su primer día en el mundo. Se
        levantaba de un saltito a hacer sus cosas, en las cuales ponía un
        meticuloso empeño, y luego se dormía sin esfuerzo, con la con-
        ciencia limpia. Defendía a ultranza sus convicciones, aun tenien-
        do que llegar a una calurosa discusión, pero siempre de buena
        manera y jamás olvidando su trato cariñoso. En su enorme cora-
        zón, con el que abrazaba todos los días a sus amigos tan queridos
        y especiales, también tenían un lugar especial los animales, so-
        bre todo los perros, que adoraba irremediablemente. todo esto
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