Page 128 - Bunnysigue :::: Carolina Sol Rodriguez
P. 128
126 » BEAtRIz KEnnEl
el anfiteatro era su alegría. Prueba irrefutable de ello es la foto en
la cual un lobo marino está besando –y mojando- su cabeza al pie
de la pileta. Recuerdo cuando cocinábamos sopa bien entrada la
noche mientras jugábamos al Sims, o al Quake, o a cualquier otra
cosa, y los momentos desopilantes y risueños que en ese marco
se sucedían.
Me acuerdo de que una ocasión, en San luis, le regalé unas
pantuflas de oso y le gustaron tanto que salió dando grandes sal-
tos del cuarto del hotel al grito de “tengo patas de osooo!”, yendo
y viniendo por el pasillo mientras yo me agarraba del marco de
la puerta intentando evitar que la risa me desestabilice. Un mo-
mento que no puede faltar tampoco, es cuando deliberadamente
compramos un cuaderno para pintar y su correspondiente set de
crayones y nos fuimos a tirarnos en Plaza las Heras a pintarlo,
ante la incredulidad de la gente que nos rodeaba preguntándose
con sus mentes tan maduras de qué manera encontrábamos eso
divertido –claramente nunca lo habían probado-, un entreteni-
miento sólo igualable al que encontrábamos cuando nos tirába-
mos a jugar al Family en la pantalla más grande y moderna que
encontráramos, a juegos que habían sido programados hace la
mayor cantidad de tiempo posible.
la verdad es que me gustaría mencionar cada vez que salimos
a bailar, a comer afuera, o adentro, o cuando fuimos a tal o cual
lugar a sacar fotos, a comprar helado, o cuando nos poníamos
a hablar con perritos en la calle, o hacíamos milkshake casero y
cada vez nos salía distinto, o cuando visitábamos las jugueterías
y evaluábamos su mercadería con el ojo más crítico pero siempre
infantil, o cuando íbamos al zoológico, o cuando hacíamos galle-
titas con formas que horno mediante cambiaban a otras irreco-
nocibles, en fin, cada encuentro que me regaló. Y no puedo dejar
de hacerlo porque para mí son todas vivencias muy especiales y
mediante las cuales dejó algo en mí que voy a llevar siempre. Ese